Hubo un tiempo en el que casi todo parecía estar en armonía. No existía el hombre, todavía. Me sitúo en ese lugar, y observo:
Puedo ver seres muy extraños, sus cuerpos son de luz: Es la materia que los compone. Brillan, sonríen y se hacen eternos uniéndose entre ellos, mediante abrazos. Se hacen uno. Comienzan a tomar formas; por momentos su brillo es tan intenso que se desvanecen. Mis ojos no toleran tanta luminosidad. Me froto los ojos, y cuando los abro, me percato de que ne he elevado bastante del suelo, incluso del aire.
A mi alrededor, hay esferas transparentes que en su núcleo contienen un corazón cálido por tanta luz. Son miles, millones de esferas muy pequeñas que me rodean. Empiezan a agruparse en varios montoncitos, y se ubican en posiciones estratégicas. Me asusto, pero seguido a ese sentimiento me invade una gran paz. Observo que las lucecitas por fin salen de la cápsula transparente, y se vuelven cada vez más grandes. Se alejan un poco y vuelven a acercarse. Lo hacen periódicamente, hasta que comienzan a girar en una especie de danza de cortejo entre ellas; cada una en un grupito, y cada grupito está ubicado en diferentes puntos alrededor de mi.
En un momento veo una sola luz: es todo blanco intenso [las lucecitas se habrán juntado, parece...].
Escucho los sonidos del silencio, mientras una suave brisa me sacude armoniosamente. Me acuerdo que me había elevado. Quiero volver a bajar: Yo quiero, ¡y lo haré!. Deseo ver esos seres extraños de vuelta a los ojos. Me resultan algo familiares. Me concentro lo suficiente hasta que, por fin, siento que estoy descendiendo.
Resulta gracioso, pero por un instante pude ver a mi costado derecho una mariposa blanca que parecía estarme acompañando en el descenso. Le pregunté hacia dónde ibamos, y me dijo que ELLA no estaba yendo a ningún lugar. Le gusta permanecer en su sitio. Pues, bien sabe que le será útil un descanso en vida, ese día, antes de partir...
Ella está quieta, no se mueve al parecer. Y está a mi lado: Por lo tanto...¡Yo también estoy quieto!.
Comprendí que mi caida, no era para nada real, y que al mundo el que yo creía estar regresando, en realidad, estaba ascendiendo para poder alcanzarme. Todos esos seres, también, se vieron llamados y acuden a mi encuentro. Me siento felíz de mi logro, y puedo extender este sentimiento hasta mi propia eternidad por medio de un recuerdo. Vivirá en mi mente.
¡Un momento! Lo estoy viviendo. Sonrío y acaricio mis manos para asegurarme de que soy real. Me abrazo. Extiendo mis alas, y vuelvo a subir. Ahora más alegre que antes...
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Te agradezco haber leído. ¡Espero tu comentario!
Mis mejores deseos para vos,
Sé feliz, a tu manera...
¡Buenas vibras! ^^
Un abrazo :)
Jesús
letargo@live.com.ar
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