miércoles, 15 de septiembre de 2010





De sus bocas ya no caen más palabras, sino suspiros calmos; sonrisas que hablan de su alivio y de un tierno aliento portador de humedad y calor: principio de la manifestación en este lugar.

Nuestros pies elevan su presencia -aunque no haya referencias-
Dejamos de girar y vibrar. Nos encontramos absolutos.

Desde la postura del desenfoco se definen las formas. Al centrar la vista sólo en el fondo, podrás observar la transparencia de lo aparente. Se quiebran estructuras y caen formando espirales de sentido contrario a la dirección del rumbo predestinado; se cortan lazos y, de repente, se te destapan los oídos, se abren los ojos y las manos se ablandan...
Manteniendo la idea sobre tus manos, ¿cómo podrás volar liviano? Deja que gire y te muestre sus vertientes continuas en La Presencia, lejos de apariencia y también tan cerca -del mismo modo- de su independencia, libertad y arbitrio.
Suéltala, que no caerá. Suéltala que te seguirá -de ser verdad-
Necesario despertar es el despojo, lamento del necio y alimento del buscador.

Sol, tan dominante.
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Soltando el diamante.
Bien, ahora soy personaje que habla omnisciente desde el narrador. Siempre ha sido así. Nos creamos, creyendo en la historia del placebo disfrazado con ternura para desprendernos del vicio al fármaco anestésico.

Des, per, tar.
Dos, par, ¿ter?
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Distorsión,
dimensión en flexión.