miércoles, 24 de febrero de 2016

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"Educar es compartir,
El silencio no es mi idioma"


Lo que realmente ubica y pone en orden coherente es poder ver, notar, participar de lo dual y que aquél tanto y como yo mismo, vive y siente. Sin la odiosa costumbre de verlo ajeno, por ser ajeno uno mismo a la propia realidad que delega en el ser por no ser. Apuntando afuera, emitiendo ondas que primero y en lo hondo te convencen a vos mismo de lo que, crees, haces a otro.

Reprogramacción

[ Recordemos la respuesta de Platón a la pregunta de uno de sus discípulos: ¿Para qué enseñas si el destino de los hombres está en manos de los Dioses ?

“Los Dioses no existen, tan solo son seres poderosos venidos de los mundos lejanos de fuera de la Tierra, el conocimiento de estos hechos y de su intervención en la evolución del hombre, nos hacen libres del miedo que les tenéis sus servidores" ]

Reaccionando

El gozo verdadero no tiene por causa nada visible o intangible. Es un gozo sin causa que nos da sencillamente la sensación de existir como alma en espíritu. Así pues, en lugar de esperar poseer algo o a alguien para sentirnos alegres, hacer lo contrario: alegrarse de la simple existencia de los seres y de las cosas, porque en esta dicha que nos dan, ya tengo la sensación de pertenencia. Sólo lo que nos da gozo nos pertenece, mientras que lo que ya nos pertenece, no lo da o muestra necesariamente.
Todo lo que nos alegra, ya lo poseemos verdaderamente y mucho mejor que si fuera uno propietario. ¡Qué gozo podemos sentir ante la belleza de la naturaleza, la salida del sol, el cielo estrellado! Y sin embargo, no son materialmente nuestros. Lo más importante no es pues la posesión, sino la facultad de regocijarse.