miércoles, 24 de febrero de 2016

Reaccionando

El gozo verdadero no tiene por causa nada visible o intangible. Es un gozo sin causa que nos da sencillamente la sensación de existir como alma en espíritu. Así pues, en lugar de esperar poseer algo o a alguien para sentirnos alegres, hacer lo contrario: alegrarse de la simple existencia de los seres y de las cosas, porque en esta dicha que nos dan, ya tengo la sensación de pertenencia. Sólo lo que nos da gozo nos pertenece, mientras que lo que ya nos pertenece, no lo da o muestra necesariamente.
Todo lo que nos alegra, ya lo poseemos verdaderamente y mucho mejor que si fuera uno propietario. ¡Qué gozo podemos sentir ante la belleza de la naturaleza, la salida del sol, el cielo estrellado! Y sin embargo, no son materialmente nuestros. Lo más importante no es pues la posesión, sino la facultad de regocijarse.

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