miércoles, 27 de mayo de 2009

[Estrategas de nuestro propio destino]

Entablada y entre humos se ve su rostro impetuoso y sombrío. Una mueca de susto la identifica del resto, mortificando el espectro sudoroso que supo quebrantar los oídos. En un sinfín de opacos grises salpicados de manchas negras retorcidas que son abrazadas por el polvo terroso, resultante del levantamiento del suelo para acariciar el aire.
Fuegos: concentran ira despechada de nobles intenciones terminales al interior de sí.

Corridas de tropas a bordo de máquinas sedientas de nada, atravesaron eternamente los laberintos del Puente Encerrado. No vieron más que un solo tormento. Son doce los cuervos blancos que evolucionan sobre la maleza de su sociedad. Se está gestando otra raza. Se comportan audaces, desmotivados.

No le darán nombres a lo creado. Inventan códigos de identificación sin desprecio.
El creer es su motor. La duda es la fuerza que los impulsa. ¿Quiénes son? No lo sé, pero no lo preguntes sin antes saber quién sos vos. Lo único que sé, es que ellos van perdiendo cargas sin valor, desprendiéndose de pesares, y reconociéndose parados, estrategas de su propio destino.

Se vale uno de movimientos audaces e impensados para sobrevivir: Para vivir por encima, alejándose del resto. Se quiere diferenciar, y no soy yo. Él habla en silencios audibles, sin muecas que movilicen músculos. No hay desarrollo emotivo que lo sustente. Perdió sentido al notarse expropiado de su Palacio Perlado de opacas resinas, lujuriosas con vanidad de ser quienes recubren un ser sin piel, y con sombras.

No hay idioma que lo exprese, son disfraces que toma la palabra para significar, en la interminable búsqueda un cambio alentador, que conjugue circunstancias, para crear espacios con tiempos moribundos. Esos mismos que no mueren, pero padecen sacrificios de sangre vital, derramada sobre sus pares, impregnándolos de luminosidad.

Libertad de luz tapada por objetos bañados de realidades inventadas: Han dejado traslucir esencias locas, tan redondas que no tienen fin. Sus líneas se renuevan y cobran significados carentes de sentido. Ausentes de sí, buscando rellenar un vacío; el mismo que solo existe a manera de excusa, para creer en otra casual esperanza de plenitud.

Se atravesó sin mirar su cuerpo, mojó los labios desprendiendo líneas de colores rojizos, y se abrieron suavemente, abriéndole paso a una monocromática sensación de alivio...
Suspiró y creyó que el montón de palabras estancadas podrían salir alguna vez, de esa manera: Abriendo sus labios, atravesando la garganta, mientras el aire acaricia su lengua y desdibuja trazos rojizos en el aire. Pero las palabras no saldrán, no aún.

Masticó y sintió el sabor de unos ojos verdes, simulando que fuese el déjà-vu que una vez soñó tener. No quiso ver la ilusión, prefirió creer en realidades y limitarse a lo tangible, solamente. Forjó un destino fatal para sí, por pretender seguir al resto en su rutinosa tarea de morir, a cada instante, con cada palabra, a cada tropiezo...con cada amor...

Se enreda, y yo me río del sauce quemándose en su llanto de chispeantes lágrimas color café. Se supo enterrar al ave, quemando sus alas, untándolas en lágrimas de sauce en llamas.


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Jesús
letargo@live.com.ar

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