La verdad no se aprende, se esnifa.

[ Promesas: Valor humano conjugado a futuro ]

Cuando a la soledad se le suma el dolor de recordar, lo que creíste haber olvidado, renace en forma de nostalgia que no deseás revivir. Eso provoca llantos, y una sensación de vacío increíblemente grande y profunda dentro de uno mismo.
Un dolor tan fuerte que enceguece todos los sentidos. Ya ni el frío filo de una lámina metálica puede conmoverte tanto como aquel recuerdo.
Intentar vivir, sin querer hacerlo. Vivir por inercia, sufriendo minutos, padeciendo necesidades que no serán cubiertas; son ignoradas.

Uno no puede ya dejar de sentirse solo, si cada mirada que se fija en tus ojos, cuando se percata de que la observas, se escapa.
¿Porqué me esquiva?
Ahora duele, y no quiero que la herida siga creciendo, ni que involucre a otros. Lastima mucho más la hipocresía de aquellos que solo aparecen en momentos críticos. [Se podrá decir: “Pero al menos eso”] Pero no basta, y es peor. Mucho más lamentoso es haber creído tanto en muchas personas, haber confiado y depositado esperanzas, y alguna que otra ilusión con deseos de prospero.
Sentirse fuera de uno mismo tal vez sea un alivio, y eso no creo que suceda solamente cuando el corazón deje de latir. Quizá la sangre que fluye en las venas, desea que su torrente bañe el suelo que te mantiene atado al mundo.
Quizá desee explotar en un sinfín de matices de colores, sensaciones y mortales nacimientos.
Es absolutamente inquietante el hecho de contar con la certeza de saber que el estado anímico de uno, influye en el contexto en el que nos situamos. Ya ni se puede llorar, sin que alguien se ofenda si no le contás porqué. No es desconfianza, son momentos de vacío existencial en el que las desiciones no son tomadas por la razón. No se quiere pensar, no se quiere poner en palabras el sentimiento porque duele aún más todavía. No se mira, no se escucha.
¿Porqué son tan crueles, morbosos y sádicos al implorarte por un sermón de palabras de dolor? [teóricamente para intentar aliviarte] Pero no se dan cuenta que desatan aluviones de dolor, recuerdos que se clavan como espinas, torrentes de saladas lágrimas que bañan heridas, ardiendo cada vez más.

Respirar duele, seguir mirando duele, vivir está doliendo, ahora.
Pensar en la muerte no es pecado, somos libres de expresarnos, de hablar, y desear. Viviendo estás consumiendo vida. Vivir, es morir, si se quiere. ["Vivir, sólo cuesta vida"] Uno puede vivir la muerte. Doloroso es vivirla conscientemente, pensando.

El arte de vivir parece estar concluyendo su obra en el momento de morir. Es un instante culmine de gozo existencial, seguramente, para mi. Uno traspasa, sin caminar, por un innumerable universo discontinuo de paz. Estamos bailando al compás de una melodía lúdica, dentro del una obra teatral manejada por algo/alguien superior. Somos estatuas que escriben su historia; La misma que vemos luego en forma de película, dentro del cuarto oscuro, antes de soltar la conciencia.
Querer desatarse, y desesperarse buscando porqués sin sentido que carecen de razones al no decidirse por las mil y una certezas que la componen. Si no fuera por ellas, y por la duda, ya no tendría sentido seguir padeciendo de esto, a lo que ustedes hacen llamarle “vida”. No digas que debés vivir, si no sabés lo que es hacerlo. Solo estás llevando a cabo un plan propio y personal. Hablás de libertad, y no sabés lo que fue ella. Hablás de Democracia, habiendo nacido en un sistema injusto, desproporcionalmente equilibrado con disfraces que tapan vacíos, llenándolos de promesas esperanzadoras (que seguirán vacíos, ¿Qué esperás del Estado moderno?)

¿Cómo no sentirse culpable? Y hablando de esto, no reconozco a ningún ser como víctima, ni causante de las consecuencias. Tampoco pretendo hacerlo. No me coloco en ninguno de los extremos: no soy ni víctima ni victimario.
Estamos constantemente entre aquellos que acusan, los que hablan sin consultar, sin conocerte; y, también, estamos entre aquellos que otorgan, que no opinan, que son ingenuos y pretenden pasar por la vida sin molestarse por conocer otros puntos de vista, dándote únicamente lástima, y una sensación de incompetencia tremenda al ver que si uno mismo no puede con sus propias cosas, menos habrá para estar ayudando a aquellos que no lo hacen.
Culpar porque alguien se siente culpable ¿no es irónico?. No reconocer es el problema, en muchos casos. No se quiere reconocer, cobardemente para no mostrarse sensible frente a las adversidades. Pero terminás por tragarte miles de pesares que cargan el peso sobre tu cuerpo, haciendo lento y pesado tu caminar, costandote progresar. Te cansás. (Y muchos, en esa instancia, no desean seguir)
Sos cruel y pretendés destacarte con tu opinión desnuda. Sin basarte en conocimiento (no en el saber) Creés conocer solo habiendo observado de lejos. A su vez, yo mismo soy tan estúpido, que creo que mis certezas pueden ser compatibles con las tuyas. Hablo, y doy mi criterio (sin imponerlo) en una especie de sádico movimiento de fichas dentro de mi, para demostrarme no estar en silencio, todavía. (¿Porqué?...no me interesa. Punto.)
Sé que no necesitás de mi lástima. Hiere más el saber que provoco impotencia, ¿sabías?. Si, precisamos de ayuda, pero tengo miedo, y no quiero sufrir más. Prefiero resguardarte de mi dolor, y no hacerte parte de mi sufrimiento.
Tampoco quiero palabras deshonestas, hipócritas y vacías. Si sentís algo, no lo reprimas ni lo disfraces de otra cosa...
Pena es reconocerse impotente, y si preferís fomentar el dolor, solo bastará con recordarselo a quien lo sufre...

Estás mintiendo, y perdés tranquilidad. Tu libertad es una responsabilidad. ¿Porqué la convertiste en libertinaje?
Vergüenza propia, la de seguir formando parte de esto y de aquello. Hasta de lo que no vendrá, ni fue. Ni morir es suficiente para descansar, sin fin.

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Jesús.
letargo@live.com.ar
[ Me lleva la cachetada ]