jueves, 28 de mayo de 2009


[ Escrito por un púber humano ]


Las nubes de la confusión tapan al sol que llevamos dentro. La mirada ya no brilla en todo su esplendor y las lágrimas se van diluyendo. La sal que las condimenta, son el sabor que sazona la amargura de haberse creído uno en el cielo, y ahora verse pronto al entierro de una ilusión. Triste es caer en realidades concretas, tener que aceptar las cosas "tal como son" (o te las muestran), tragarse motivos y "peros" que intentan buscar explicaciones, pero que no oyen. No. La objetividad directa, duele. Ser sincero es una virtud hermosa y una responsabilidad muy grande, demasiado delicada, que con un poco de paciencia de una parte y comprensión de la otra, podría ser superada. Uno en su afán de querer mejorar, ha atravezado algunos obstáculos -pero ahora se vuelven más grandes- cada vez más difíciles de superar. Ni la experiencia puede dar coraje. Si no es por vos mismo, ni llegarás tan bajo, ni tan alto. Todo depende de vos y de tus ganas. Cuando las perdés, puedo decirte que, sinceramente, las luces se te apagan, se nubla la vista y no ves más que tu propio dolor. Se mezclan mensajes, uno entiende lo que quiere y la bola de confusión crece hasta someterte a un frío y lúgubre penar. Uno tiene mil mundos aparte, dentro de cada rincón de su Ser. Ahí es donde guardamos amistades y enlazamos caminos entre consejos y un par de abrazos, apretones de manos, y alguna que otra mirada vacía que quiere simular pureza. Deseo alejarme de esto, de aquello, de mi. Pero no quiero dejar atrás a lo que, o a quienes me benefician con su presencia; por que ahí perdería mi esencia. He otorgado lo mejor de mi, siempre. Aunque tan poco sea, lo dí. El arte ya no es arte si no afecta. Cuando uno usa la razón se acaba el crear. Cuando uno inventa una sonrisa, crea una careta. Es por eso que mi rostro se ha velto tan frívolo, feo y con una mueca de seriedad que oculta un ser que quiso ser, pero que fue confundido y ya teme por mostrarse. Soy el único culpable de no tener culpas. El imbécil que se insulta, ¡já!. Alguna vez amé las palabras, pero ahora hieren, lastiman garganta, lengua, boca ó dedos al traducirse. No significan, ni simbolizan. Están ahí para rellenar silencios. Juegan, se burlan; yo digo que se burlen, para calmarme y aún así no puedo, por que me doy cuenta. Hoy puedo decir que toco límites, los cuales también me disgustan. Pero a la vez reconozco que nuevamente el arte de literalizar, libera un poco de dolor, antes que opte por otras alternativas que suspendan por un instante mi presencia fugaz, acá. Aunque bien lo desearía...

Jesús...
letargo@live.com.ar
[P_r_8]

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradeceré comentarios que aporten a lo tratado en el post. Debido a que debo verificar los comentarios antes de que sean publicados, no es necesario que intenten siquiera hacer spam o desvirtuar el tema tratado. Gracias...