La verdad no se aprende, se esnifa.

El propósito de... "no, no: ¡pará, Jebú!".
Esto carece de propósito. Ahora sí, el sinmotivo me aletarga condiciones.

Con la lluvia presagiando interesantes delirios, apunto lo que va surgiendo, libre de tamices y concepciones razonadas. Más allá de que piense, lejos de la razón y su absurdo condimento de recordar para recordar. Aprisionado por las contradicciones, voy: recorriendo cada ventana, dibujando metáforas y más.

Prescindir de palabras al expresar, aún siendo este un modo literal de transmitir el mensaje. Acariciando el mensaje de Mora y nuestra certeza de telepatía.

Recordando palabras para re-nombrar la redundancia. Éstas abrirán otro pasaje hacia los caminos de la interpretación, la objetivización, el conceptualismo y cualquier significado cabalístico, por más que sepa lo que deseo. Reprimiendolo para escribir sobre ello.

¿Qué más deseo que tener instantes para traducir lo des-dicho?, lo callado, lo falto de dicha y asombro. Aquél contraste de posicionarse únicamente en el extremo para criticar, opinar o simplemente echarme un clavado en lo dadá.

Rebuscado no, ya te lo dije. Lírico, tal vez: repugnante. Paralelista, lelo y abobado. Buscando dimensionar una cara, justificandola también con sus contrastes. Colocón de belleza.

Utopía utópica, vacío del infinito. ¿Eternidad?, ¡estanque putrefacto!, no avanza, sólo permanece preso de ser para no ser más allá. Tampoco del acá. Aunque trasciende desigual.

Suena el modo en el rebote del mensaje sobre tu ego, se tiñe la intención y tal vez consiga la negación de lo dicho, incluso más allá de las palabras.

Conceptitos que rellenan lo rebalsado. Llevarlo a la práctica resultaría'burrido, a veces. Lo pre y lo post, reclamando fusión.
Encontré buscadores y un reflejo de mí en cada cual, en cada quién, siendo algo el cómo del algo, sobre su todo mismo contrastado por Adán al revés. ¿Dónde está?. Extinción.

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Jebú y vos.