domingo, 30 de agosto de 2009

[ Mandelbrot ]


Ambiguedad de sentirte a mi lado. No saber dónde estoy, adónde estamos. No hay quién ni cómos, la duda -error humano- gira en torno a lo mismo. El embudo de ser negado. Volverse fatídico y ansiar arrojar todo por la borda, mientras la nada es el mar y algo huele raro (¿cómo?) ¡Qué barato decir que es extraño!, no tocarte y sentirte -ejém- acá... siendo instrumento causal de lo que hoy repercute más fuerte, tardío, el instrumento cardíaco. Rápido, rucutucúm, pam, pam.
Ecos, ¿dónde han chocado para volver? paralíticos inmortales. Enséñame tu ruta, supuesto de curva en forma de la última vocal. Se arrojan las entrañas, paralelamente desiguales, en un camino de vuelta hacia los confines del finito.
-Nuevamente en el final del comienzo, la U preservará un respiro...-
Allá te esperan paredes, espaldas que chocarán cual raquetas. Tal historieta. Pimball eterno de efimeralidad. Paf, pum, crash. Está sano.

Y dale, seguiré... un poco más, aunque me frene, aunque los supuestos abracen el temor, aunque las dudas arrecien las vagas certezas esperanzadoras. Aunque los hasta no tengan tiempo y sin comienzo vaguen en la imparcialidad de los sucesos que hoy traduzco negados para volver a decir que un planteo no califica ni moraliza una razón tan absurda y bella, como el tema poéticamente contrastado del amor. Si al concluír con el capítulo de una de mis luces exointernas más lejanas, observo que el temor es el vil verdugo que (ñacañaca) yanoescribomás.

Abrazo,

Jebú.
letargo@live.com.ar

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