jueves, 14 de enero de 2010



Sucede que, siendo gráfico, esa persona de repente puede llegar a ser un gigante.
Ahí, dueña de todo lo que creí carente en mí. Pero también ahí, reflejando lo que mis espejos quieren ver. Esto es delicioso.

Pero también, cuando todo esto es nubloso, me atrae.


No encontrar la salida, desespera, aunque espero ansioso alguna reacción. ¿Ante qué acción?. ¿Quién habla?. Estas miradas inquietan... Lo íntimo se confunde con la apariencia. El romance y su personalidad, la intimidad con el carácter. Cuando parece difícil y de momentos suceden cosas que debilitan el ego de un modo atrapante. Caer ante lo inesperado y no saber cómo reaccionar. Ser consciente de que no llevo las riendas y respirar hondo, casi hasta toser. ¿Es cierto que ha cambiado el aroma?, ¿por qué lo demás está difuso?, las luces tornan su fulgor hacia lo suave, no percibo calor y el frío... no existe ya. De repente me olvidé lo pasado y sólo quiero extender este momento... ¿hacia dónde?, si acá quiero quedar: enrredado a los cabellos que tan sutilmente has olvidado recoger, a esa manchita de rimmel en tu lacrimal, el temblar de tu comisura labial cuando nos miramos y... esto. Ya somos uno.

Destrabar lo pulcro de las barreras interiores hacia lo hipócrita de sentirse libre, decir serlo y frenarse ante el abismo que nos invita. Caeremos hacia arriba, ya lo sabemos, ¿y la inseguridad?, la certeza de saberse vulnerable. Evitar abrazarse aunque sea lo único deseable. No querer besar, pero desear totalmente hacerlo. El contraste de lo personal hacia lo íntimo y su reflejo en el segundo protagonista de este instante. ¡Vamos, DALE!, besame...

Jebú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradeceré comentarios que aporten a lo tratado en el post. Debido a que debo verificar los comentarios antes de que sean publicados, no es necesario que intenten siquiera hacer spam o desvirtuar el tema tratado. Gracias...