lunes, 25 de enero de 2010

Estepario





Sentado aquí, desnudo, escuchando alguna obra de Mozart, me encuentro.
Las ideas se entrecruzan, mientras en mi surge el deseo de expresar lo afluente sin tapujos ni morales, estética, segmentos ni categóricamente trazar un algo concreto, delimitado, final y muerto, dentro de mi tamiz multipolar.

Imaginaba recién, recostado, cuán variable puede ser cada posibilidad. Al contarte una vivencia, vos imaginando cualquier cosa; será nuestra íntima verdad compartida, entendida...
Pensaba también, como muchas veces, en desnudarme enteramente ante quienes conviven conmigo, demostrar contando pacíficamente mis rasgos no delimitados que, si bien no pretendo, logren justificar la ciclotimia. Bella melodía que estremece de a momentos gozosamente y raramente, cuando me olvido de lo grandioso, caer en desesperación, abandono y remolinos pasados; ¿para qué?. Incluso, a veces a la fuerza utilizo esto para de algún modo echar leña y acurrucarme en la fogata de hogueras tras hogueras, reposando a distancia de aquello que controlo, disfrutando el calor, el saltar por entre tiempo y espacio de acá y trasladarme al sitio aquél en donde transcurren las cosas sin planificación alguna. Aquella cuna, donde habita, transcurre y comunica ensoñaciones que a veces literalizamos en actos concretos. Donde la falta de leyes, de contrastes bitonos existe. Donde la negación de por sí, es negada también y esto no crea matemáticamente un positivismo extravagante, una cordial pero disconforme conformidad. Aletargar el propio ego y amoldarse a lo recogido sin esfuerzo...

Con esto, es mi deseo que no se interprete como rechazo, pero: Al momento de focalizarse dentro de una situación, se olvida que además de piezas del tablero de ajedrez, o siendo las fichas, también somos quien las maneja e, incluso, hermosamente somos -esencialmente- un observador pasajero que transita y de reojo manifiesta con duda, cómo se jugará aquél juego... Y, siendo tal transeúnte, seguir camino, montados en un vaivén de sonatas, aire arremolinándose en el viento y nuestro cabello. Nuestro hilo conector. Preguntándose de a momentos, sólo por curiosidad y diversión, el por qué de las cosas, el pasar y devenir, rechazando el momento actual como la base para que luego emplazaremos el porvenir.
Motivaciones me sobran, incluso recitando metáforas y proezas de algún héroe inventado. Aquél más real que lo tangiblemente observable, por que incluso podemos inventarlo pero no del modo que sucedería si lo tuviéramos en frente. Dejando de lado los contados rudimentarios modos de recoger información del entorno. Simplemente volando abrazados a la esencia de aquello, lo cual tal vez tenga origen en el emisor, pero que inevitablemente ya fue dicho antes, alguna vez, y próximamente sucede su eco enriquecedor. Con manifiestos de nostalgia y un estremecedor cosquilleo en el abdomen, sonreímos al hacernos parte de aquello que escapa incluso del ideal de perfección; sabiéndonos dueños de la duda y totalmente dueños de lo efímero. Sosteniendo arena y arrojándola como sea, ver tales partículas moverse independientes... Así, despojando cualquier certeza de ser sólo por ser, o de filosofar para estar... Que, aunque desconozcamos el entorno -refiriéndome con esto a lo circundante, tanto en tiempo como en espacio. Siempre hablando sobre ésta dimensión espesa- seguiremos siendo envoltorio de aquello.
Nosotros en la mente, nosotros en el cuerpo, nosotros en el pensamiento, nosotros en el viento y nosotros en aquello que incluso escapa de lo conocido por la razón misma. Desmintiendo la verdad, comunicar tus bellísimas dudas y siguiendo su camino por donde sea, inventandolo, por que a cada paso la encontrarás. Vas detrás del indicio que marca su paso, no importa si es sobre sendas ya transitadas, sino elevándote sobre aquello y reconociendote aún abajo. Infinito partícipe de una estancada eternidad. Divertidísimos seres y tu vida monojornal, que a veces transita sobre lo caratulado y te sorprende con algo simple de lo trivial.
Sentado me encontraba, en aquél suelo, cuando veía el andar de la cortina hacia mi rodilla. Ella sólo bailaba, estaba y era más que parte del aire, del azaroso motivo instantáneo del movimiento. A veces rozaba mi pierna o me abrazaba, incluso con suaves latigazos en cada roce me provocaban sensaciones desiguales. Si hubiese de compararlas, cualquier cosa sería menos, por que aquello fue mi momento presente y en este momento vuelve a'brazarme, localizándose en zonas diferentes, estimulando mi sangre y su tracción volcánica. Llena de sangre la punta de mis falanges en los pies al ejercer presión sobre ellos, se hincha y sonroja, yo las observo y surgen explosiones de mensajes... Mantengo la vista, mientras reconozco que más allá del panorama vislumbrado por los ojos, reconocía las resinas de aquello que creía conocer. Mirando hacia adelante, en el patio, creía saber que atrás todavía estaba la casa, que al entrar, hacer unos siete pasos y doblar hacia la derecha, seguiría camino por la cocina, hasta atravezarla y llegar al pasillo... Pero, ¿a caso importa si todavía la casa sigue cimentada en las ruinas de mi recuerdo?. Me contengo y retomo paso a conquistar los rincones, tomo partes de a momentos y saboreo dulcemente aquello de lo que me he convencido, aún sin estar seguro. Locamente enamorado del azar, de lo imprevisto y el ambiguo matiz que sazona cada página que se me ocurra garabatear. Ya sin espacio y siendo dueño de crear alguna idea que reemplace el tiempo, sigo escribiendo y sabré que no quiero detenerme.

Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradeceré comentarios que aporten a lo tratado en el post. Debido a que debo verificar los comentarios antes de que sean publicados, no es necesario que intenten siquiera hacer spam o desvirtuar el tema tratado. Gracias...