La verdad no se aprende, se esnifa.

La cosmología participatoria.

Somos nosotros, los animales, y diferenciando nuestra raza aún más animales somos, quienes de alguna mística manera (serpiente voladora) podemos enlazar por voluntad independiente, pero lejos del poder optar dentro de cada opción, el destino próximo según las oportunidades con las circunstancias dominantes como terreno de juego. Se quiere participar del statu quo del universo. Resulta totalmente incómodo no poder hablar de Big Bang o evolución.
Mucha gente ya no desea que su vida sea dirigida por los demás, diciéndoles qué fue, lo que es y será. Muchos ya quieren vivir y se aventuran a reconocer las religiones monoteístas establecidas, con su serie de dogmas como candado del gran secreto, hacia la conspiración de las mentes, el despojo de bolsillos, su misión de impedir el cataclismo liberal que las deje sin contribuyentes, sin zombies adeptos aletargados de mente. Nosotros, quienes apreciamos el Ello como parte de uno mismo para conjugarnos en libertad. Aunque éstas fueran, tal vez, un intento de herramienta hacia la libertad espiritual. Lo místico se les fue de la esencia y los metales dorados reflejaron un sol llorando. Hoy son instrumentos de opresión que reprimen y suprimen la espiritualidad humana.

Jebú.