miércoles, 27 de mayo de 2009






















Acá me voy, como el último trago de tu bebida favorita. Quisiera ahogarte, víctima de mi enajenada condena. Dejó la pureza, por propia voluntad. Imágenes de imágen reflejada, carnes enrozcadas proclamando un pacto de silencio ante lo indebido, oculto, fugaz. Un juego de niños, ansiosos por descubrir. Son/risas ocultando la realidad. Máscara, más caro te saldrá. Silencio. Conflicto seguido de bruma, y temor. Tajaron vez por vez cada trozo de la rama, de aquel árbol oscuro, que ardió días atrás, antes de optar por dormir eternamente (eternamiente), para evadir, y evadir, y evadir, como hasta hoy. Acabó por despertar en el tormento. Engañose nuevamente, y se creyó despierta. Alborotó la sangre de un soñador. Expuso y aceleró el órgano de percusión sangrienta. Quizo llegar a más. Llegó al límite. Alguien le dijo que no. Asqueroso recuerdo de diecisiete días, ante la mayor falacia de amor que pudo ser concebida. Criadero de muerte. Imaginando el olvido que, recuerdo, debo sacar. Ella encendió en mi el fuego más frio que pude sentir; vergüenza ajena de ver el despojo de un sentimiento, opacado por el deseo, desterrado sin razón, ciegamente confuso. Actitud canina, perra seducción. Mentira, seguida de escape sin libertad. Intranquilidad, sucia conciencia. Juicio unilateral. Rápida. Hundirás tus garras en la actual vícitma de sal, mientras tu negro alma se retuerce en la más terrible soledad. Vacío total, es mi deseo. Tu condena, la traición. Desgracia eterna.


¡Úps!...

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Abrazo,

Jesús...
letargo@live.com.ar
[Siempre hay quilombito en un cielo de a dos.]

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