Luna infiel de a momentos...
Cuando él se va, tu manto se despliega oscurenciéndonos.
Pero miles de sus impropias copias destellan.
Miles que provocan tu asfixia.
Tantas que comienzan a recordar la rutina,
la costumbre de estar unidos como extremos.
Anhelas el encuentro, aunque eso determine la muerte de alguno.
Él, en su eterna lejanía, pareciese que ilumina,
pero su calor tardará en llegar -nuevamente-
hasta la próxima estación.
Sin embargo tus ojos vagos observaron la mirada de un
hombre santo reflejada en un lago. El mismo que se ubica
en lo alto de la montaña y refleja, noche a noche, tu
consuelo de haber amado tu opuesto; aquél sutil complemento,
que de tanto arder aburre, pero hiela si te alejas.
[ En esta nuestra justa distancia,
si te acercas te podrás quemar.
En esta nuestra justa distancia,
si te alejas, me dejarás helar... ]
¿Es que no te diste cuenta?
En el medio te ubicas, cual excusa del planeta para sentirse grande,
de tenerte como joya reluciente, desatando tempestades en los mares
y en las costas, renovando el paisaje y borrando antiguas huellas.
Sólo eso eres, sola en tu medio estás. Sola y amortiguando verdades,
que cuando eclipsan, ustedes, resulta un manjar.
.
.
*
Jesús...